Artículo de Pere Macias publicado en «fulls d’enginyeria» de Enginyers Industrials de Catalunya.
En 2018 el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana creó la Oficina de Coordinación del Plan de Cercanías con el doble objetivo de actualizar el Plan y de garantizar su ejecución. El anuncio del inicio de esta nueva hoja de ruta fue recibida con ciertos recelos por algunos sectores, ya que los incumplimientos de planes anteriores hacían temer que el nuevo documento volviera a ser un puñado de buenas intenciones que no se llegarían a cumplir.
Desgraciadamente, hacía años que en España el tren convencional -Cercanías, regionales y mercancías- había sufrido los efectos de una priorización absoluta y descabellada de los servicios comerciales de alta velocidad. Un buen ejemplo es que, desde el año 2008, no se había efectuado ninguna nueva adquisición de material móvil para cercanías o regionales.
En diciembre de 2020 se produce un punto de inflexión coincidiendo con la presentación del Plan de Cercanías, con vigencia hasta 2030, que contiene una propuesta concreta y detallada para adecuar las actuaciones a Cercanías al modelo de movilidad definido por el Plan Director de Infraestructuras de la ATM y las incluye en dos períodos de alcance temporal. En el primero, entre 2020-2025, el Plan programa todas las actuaciones y las vincula con las consignaciones presupuestarias de Adif y de Renfe; y en el segundo quinquenio, 2026-2030, se sitúa el resto de actuaciones que habrá que programar en 2025, en un ejercicio similar al realizado ahora para el primer período.
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