Espacio y movilidad. La arquitectura de los desplazamientos

Espacio y movilidad. La arquitectura de los desplazamientos

El objeto del texto es vincular espacio urbano y desplazamientos: la organización de estos desplazamientos y de los mecanismos que los hacen posibles, les dan predictibilidad, seguridad y confortabilidad.

Pero tratando esta temática desde una posición «no habitual». No como «prescriptor», sino como «sufridor» de los resultados de nuestras intervenciones, las que realizamos como urbanistas, ingenieros, arquitectos, economistas, abogados…

Por este motivo en el libro aparecen «historias» (pequeños cuentos), que reproducen situaciones que me ha tocado vivir o en las que he tenido que intervenir profesionalmente.

Lo que se explica en estas historias «pasa» y nosotros, los profesionales del urbanismo, la movilidad y la gestión urbana somos responsables de que pase, «por acción u omisión».

Me he querido centrar especialmente en las cuestiones más relacionadas con la gobernanza de la ciudad y la movilidad. En «como usamos» la ciudad, por encima de cómo la construimos y la reformamos.

He intentado focalizar su contenido en tres o cuatro conceptos que me parecen fundamentales:

El reparto «democrático» del espacio público destinado a «el estar y el moverse». Dicho de otro modo, la configuración de la sección de la calle y el peso que le damos a cada modo de desplazamiento y transporte en proporción a la «intensidad» y la «sostenibilidad» de su utilización.

La calle (el espacio público) como «mercado»; el valor económico del uso, directo o indirecto, que unos y otros hacemos de lo que es del Común. Las transferencias de valor derivadas de las «externalidades» generadas por un determinado «Modelo de Movilidad». Y como se influyen mutuamente «urbanismo y movilidad» en este sentido.

La seguridad y los riesgos en el uso del espacio público y los modos de transporte. Como nos condiciona el entorno a la hora de decidir «salir de casa». Y cómo afecta a nuestros proyectos vitales la falta de condiciones favorables de movilidad. Evaluamos muy bien, con técnicas sofisticadas, las características de los desplazamientos que hacemos. Pero sabemos tan poco de los porqués de los que no hacemos! Creemos que planificamos y proyectamos para ordenar los desplazamientos, pero también ordenamos (tal vez con poca conciencia) la «No-movilidad», que tiene efectos muy intensos sobre la «convivencia y la socialización».

También he introducido algunas pinceladas sobre los cambios que se están produciendo (o los que deberían producirse) en las interrelaciones entre funcionamiento de la ciudad y movilidad y sobre los mecanismos de intervención que tenemos para hacernos, unos a otros, partícipes de la conformación del «Modelo de Movilidad» al que queremos tender.

Para utilizar un símil sanitario, como podemos desde la prevención evitar tener que utilizar las siempre más costosas medidas paliativas.

Una Movilidad «sana», ambientalmente, socialmente, económicamente sana, requiere de un compromiso global, no es sólo cosa de «especialistas». Y si tiene que haber, tal vez tienen más papel a jugar economistas, sociólogos o antropólogos, que ingenieros o arquitectos.

Trata mucho de esto en el libro. De cómo podemos «organizarnos» para hacer más eficiente y eficaz la tarea de desplazarnos (o evitar los desplazamientos inútiles, entendiendo por inútiles los que no nos aportan nada positivo, o los perjudiciales, a nivel individual o colectivo).

Para ello necesitamos «tejer complicidades», aunque las posiciones ideológicas de partida sean diversas, que los intereses sectoriales o individuales puedan resultar opuestos, que los «futuros» que imaginamos unos y otros tengan poco que ver. «Crear proyectos de movilidad sólo es posible desde el compromiso colectivo» y esto pide diálogo y saber «ponerse en la piel del otro», es decir: otra «gobernanza».

No he querido tampoco dejar de incluir algunas reflexiones sobre los impactos que ya está provocando la evolución tecnológica en nuestra Movilidad.

Tanto en la vertiente de la «gestión de datos», con la capacidad de programar y adaptar nuestros itinerarios a circunstancias cambiantes, que conoceremos en tiempo real. Como en relación a la transmisión de «valor añadido» (tele-trabajo, educación a distancia, redes sociales) en nuestro trabajo o nuestras relaciones, que nos evitará desplazamientos no deseados y nos aportará «tiempo» para destinar a otras actividades, que a su vez pueden o no provocar nuevos desplazamientos, y también a la aparición de «nuevos tipos de vehículos» y, sobre todo, de maneras de poseerlos y utilizarlos (desde los de uso individual a los autónomos, de uso compartido o incluso la compra de horas de servicios de desplazamiento).

Finalmente he creído necesario destacar la importancia del «respeto por nuestro tiempo» para conseguir una «buena Movilidad» (desde mi punto de vista claro).

Moverse es consumir energía, pero sobre todo tiempo, el bien más valioso y escaso que tenemos. Hasta que no aprendemos a valorar nuestro tiempo y el de los demás, no somos capaces de concebir correctamente la movilidad sostenible, racional y eficiente que pregonamos.

Cada acción que planificamos y ejecutamos, individual o colectiva, tiene «efecto mariposa» en términos de movilidad. Al menos deberíamos ser conscientes, aunque muy a menudo no podamos evitar sus consecuencias.

Hay que tomar conciencia de que el tiempo que consumimos no es nunca sólo nuestro, pues siempre utilizamos el de los otros, y muy a menudo lo «malgastamos».

También hay algunos ejemplos de estas «segundas y terceras derivadas» entre las páginas de este libro.

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